Frases Célebres

El éxito no se logra sólo con cualidades especiales. Es sobre todo un trabajo de constancia, de método y de organizaciónVictor Hugo

lunes, 2 de abril de 2018

Exceso de trabajo o cultura de la flojera, ¿Cuál es peor?



Sabemos que un país no se forma sin el trabajo intenso de sus ciudadanos, pero, ¿debemos abusar de nuestras fuerzas para obtener el tan deseado desarrollo?

Se ha escrito mucho en internet sobre el agotamiento de las personas en algunas culturas orientales, donde se ejerce sobre las personas, una presión, ya sea familiar o profesional, para con sus deberes laborales, trabajar en exceso y sin descanso para lograr impresionar o mantener el honor familiar, pero, ¿esta obsesión no es la causa de las muertes súbitas en personas en edad laboral (Karoshi), o aumento en las tasas de suicidios o enfermedades cerebro vasculares en esas mismas culturas?



Todo en exceso hace daño, es un viejo adagio, que, aunque muchos toman por chiste, es muy cierto, trabajar en exceso puede causar daños graves a la salud (Burnout) o la muerte (Karoshi), síndromes que estudiaremos con profundidad en su momento, pero que son reales, y que se determinan por estudios realizados a diferentes tipos de trabajadores, y tenerlos en cuenta es muy importante para que los trabajadores sigan siendo además de efectivos, personas felices dentro de su ambiente laboral.

 Es bien sabido que, con la tecnología en avanzada, ha generado cambios significativos en los procesos productivos en todo nivel, por ejemplo antes no se podía cultivar grandes extensiones porque al momento de cosechar había que contratar mucha mano de obra para que no se perdiera la siembra, hoy en día hay cosecha que la pueden hacer entre pocas personas con maquinaria especializada; pero ¿esto no se hizo con la intensión de mejorar no solo la rapidez y la extensión de la siembra, sino también para mejorar la calidad de vida del campesino?

¿Eso sería una excusa para convertirnos en “flojos”?, una frase que se escucha es: “deja que la maquina lo haga”, pero hemos convertido en una comodidad, en algo que ha determinado una crisis profunda en falta de alimentos, pues el trabajo del campo sigue siendo muy duro, a pesar de las mejoras tecnológicas.


Pero como dicen mis coterráneos llaneros venezolanos, “si el campesino no siembra y cosecha, el citadino no come”, ambos se necesitan pues el que siembra necesita alguien que les compre la cosecha, ahora viene una pregunta interesante: ¿Por qué la labor de un campesino vale menos que la de un gerente de una tienda de ropa?


En Venezuela hay sitios donde se sembraban muchos productos de primera necesidad, que daba abasto para alimentar a propios y quedaba para exportar, ¿es que somos tanto que ya no podemos alimentarnos ni a la tercera parte?, no es que crearon una cultura de flojos, nos hicieron creer que la vida en las ciudades es más feliz y se trabaja mucho menos que en el campo y el esfuerzo es mejor compensado, ¿será eso cierto?

Por lo menos en el estado Cojedes, el cual era un estado agroindustrial, existían varias empresas dedicadas al proceso de materia prima del campo y transformarlo en comida para los venezolanos a punto que muchos tenían proyectos para instalar aquí, como lo hay en el estado Portuguesa, grandes silos procesadores de los mismos cultivos de la zona; fui testigo que de esta tierra se produjo hasta semilla certificada para exportación, entonces:

¿qué pasó con esa pasión por el campo o “la siembra del petróleo” de la que tanto hablaba el insigne Arturo Uslar Pietri?, 
¿por qué a las personas ya no les gusta trabajar en el campo, sino emigrar a la ciudad o quedarse en los centros más poblados?
¿es mejor tener una beca aunque sea poca, que cultivar comida en el campo?

Insisto estamos en las consecuencias de crear la cultura de flojos, de aquellos que prefieren llevar sol todo el día en una moto de mototaxista a llevar sol en el campo cultivando, que prefieren ganar 1 Bolívar a la sombra que 100 al sol del campo.


Venezolanos, no nos quejemos, solo lo que sembraron en nosotros, que el “papá estado” me tiene que dar todo porque hay petróleo en nuestros suelos y es de todos, por mentalidades como esa es que estamos en esta crisis que más que económica es social, aquí ya cada quien se volvió un individuo y se olvidó el colectivo, admitamos que somos flojos, porque muchos aplaudieron el hecho de reducir 4 horas la jornada semana, y que nos estaban esclavizando, que trabajar menos de 8 horas al día es mejor, porque esa cantidad de horas son muchas, y que además llegamos media hora tarde y salimos media hora más temprano, pedimos permiso a cada rato y cuando nos piden que entreguemos cuentas de nuestro trabajo le decimos al jefe que no sea un abusador.

No es fácil hoy en día conseguir personas que quieran trabajar haciendo cualquier tarea común, como secretaria, recepcionista, jardinería, pintor, lavar, planchar, cuidar ancianos o niños, la respuesta más común es “gano más bachaqueando o haciendo cola”.
Las personas quieren trabajar menos y cobrar mucho, mucha ganancia y poco esfuerzo, es mejor vender cigarros en una calle que aprender a cultivar tabaco, o peor aún la moda de “vender el efectivo”, cosa que aún no le veo sentido.

Unas de las causas que esto suceda es la falta de control por parte del estado para evitar los vendedores de la calle y que por demás solo constituyen una carga para los municipios ya que la basura que producen debe ser recogida por estos, no pagan impuesto, son los mayores evasores de la legislación laboral; los cuales también son consecuencia de la falta de estabilidad y garantías para que los inversionistas mantengan sus empresas, porque la mayoría de esos vendedores tuvieron un trabajo en empresas privadas, que cerraron por algún motivo y tuvieron que buscar la forma de sobrevivir.

El trabajo de un campesino, por ejemplo, no se puede regir por una ley o algo, depende de muchos factores, pero en un país con diferentes tipos de climas, hay muchas horas para trabajar en el campo, depende del rubro, de la tierra, del clima, de muchos factores, pero todo afecta el trabajo en el campo, por eso es difícil no tener una ley que regule el trabajo en el campo, porque no es igual que un trabajo en oficina, y hoy en día vemos las consecuencias de haber abandonado el campo, por el hecho de que nuestro sistema alimentario depende de un Puerto y que a algún país sus campesinos trabajadores produzcan suficiente para nosotros importar alimentos.

Al trabajo difícil se le huye, todos queremos trabajar con ciertas comodidades, trabajar pocas horas, pero cobrar completo, llegar tarde e irnos temprano, y si mi compañero llega temprano, me encargo de hacer chistes, y entonces el comenzará a llegar tarde también, eso es crear la cultura de la flojera, cuando un jefe es exigente por el cumplimiento de horarios y de trabajo le comienzan a colocar sobrenombres (apodos) muy despectivos, pero si es todo lo contrario se tiende a escuchar “tengo un jefe chévere”.

¿Alguien sabrá que el trabajo es un derecho, pero que también es un deber?

En la relación de trabajo, independientemente de lo que se realice, es importante que todas las partes realicen su trabajo a tiempo y con eficiencia, para que podamos superar la crisis económica, pero también las personas deben tener moral y un poco del honor que tienen los orientales, para que podamos inculcar a los jóvenes buenas costumbres y una excelente ética laboral, sólo así venceremos la cultura de los flojos y volveremos a ser un país no solo productor satisfactor de necesidades propias, sino que volveremos a exportar productos de calidad, y de esa manera generar ingresos para todos los venezolanos.


A mis amigos de otros países que leen estas líneas, no permitan que en su país les inculquen la cultura de la flojera, aquí en Venezuela tienen un espejo.


Imali Lizeth Poncio
I.P. Suministros y Servicios

2 comentarios:

  1. En verdad hay una combinación de muchos factores, pero en estos últimos 18 años, sin entrar en el tema político, se ha distorsionado la visión en cuanto a que el trabajador es explotado y oprimido por un patrono que se queda con una gran parte de la ganancia, lo cual no es del todo cierto. Yo en lo personal comencé a trabajar a los diecisiete años, contribuí con el sostén de mi familia con mis padres y hermanos, luego la mía propia. Hoy tengo 52 años, pague is estudios, los de mis hijas, y no pienso en jubilarme. Trabajar me hace feliz y nunca he pensado en jubilarme. Este País solo saldrá adelante con trabajo y esfuerzo ...

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    1. Ciertamente Nancy, gracias por tu comentario, solo con trabajo y esfuerzo saldremos adelante.

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