Se ha escrito mucho en
internet sobre el agotamiento de las personas en algunas culturas orientales,
donde se ejerce sobre las personas, una presión, ya sea familiar o profesional,
para con sus deberes laborales, trabajar en exceso y sin descanso para lograr
impresionar o mantener el honor familiar, pero, ¿esta obsesión no es la causa
de las muertes súbitas en personas en edad laboral (Karoshi), o aumento en las
tasas de suicidios o enfermedades cerebro vasculares en esas mismas culturas?
Todo en exceso hace daño, es un viejo adagio, que, aunque muchos toman por chiste, es muy cierto, trabajar en exceso puede causar daños graves a la salud (Burnout) o la muerte (Karoshi), síndromes que estudiaremos con profundidad en su momento, pero que son reales, y que se determinan por estudios realizados a diferentes tipos de trabajadores, y tenerlos en cuenta es muy importante para que los trabajadores sigan siendo además de efectivos, personas felices dentro de su ambiente laboral.
Es bien sabido que, con la
tecnología en avanzada, ha generado cambios significativos en los procesos
productivos en todo nivel, por ejemplo antes no se podía cultivar grandes
extensiones porque al momento de cosechar había que contratar mucha mano de
obra para que no se perdiera la siembra, hoy en día hay cosecha que la pueden
hacer entre pocas personas con maquinaria especializada; pero ¿esto no se hizo
con la intensión de mejorar no solo la rapidez y la extensión de la siembra,
sino también para mejorar la calidad de vida del campesino?
¿Eso sería una excusa para
convertirnos en “flojos”?, una frase que se escucha es: “deja que la maquina lo
haga”, pero hemos convertido en una comodidad, en algo que ha determinado una
crisis profunda en falta de alimentos, pues el trabajo del campo sigue siendo
muy duro, a pesar de las mejoras tecnológicas.
Pero como dicen mis
coterráneos llaneros venezolanos, “si el campesino no siembra y cosecha, el
citadino no come”, ambos se necesitan pues el que siembra necesita alguien que
les compre la cosecha, ahora viene una pregunta interesante: ¿Por qué la labor
de un campesino vale menos que la de un gerente de una tienda de ropa?
En Venezuela hay sitios
donde se sembraban muchos productos de primera necesidad, que daba abasto para
alimentar a propios y quedaba para exportar, ¿es que somos tanto que ya no
podemos alimentarnos ni a la tercera parte?, no es que crearon una cultura de
flojos, nos hicieron creer que la vida en las ciudades es más feliz y se
trabaja mucho menos que en el campo y el esfuerzo es mejor compensado, ¿será
eso cierto?
Por lo menos en el estado
Cojedes, el cual era un estado agroindustrial, existían varias empresas
dedicadas al proceso de materia prima del campo y transformarlo en comida para
los venezolanos a punto que muchos tenían proyectos para instalar aquí, como lo
hay en el estado Portuguesa, grandes silos procesadores de los mismos cultivos
de la zona; fui testigo que de esta tierra se produjo hasta semilla certificada
para exportación, entonces:
¿qué pasó con esa pasión por
el campo o “la siembra del petróleo” de la que tanto hablaba el insigne Arturo
Uslar Pietri?,
¿es mejor tener una beca
aunque sea poca, que cultivar comida en el campo?
Insisto estamos en las
consecuencias de crear la cultura de flojos, de aquellos que prefieren llevar
sol todo el día en una moto de mototaxista a llevar sol en el campo cultivando,
que prefieren ganar 1 Bolívar a la sombra que 100 al sol del campo.
Venezolanos, no nos
quejemos, solo lo que sembraron en nosotros, que el “papá estado” me tiene que
dar todo porque hay petróleo en nuestros suelos y es de todos, por mentalidades
como esa es que estamos en esta crisis que más que económica es social, aquí ya
cada quien se volvió un individuo y se olvidó el colectivo, admitamos que somos
flojos, porque muchos aplaudieron el hecho de reducir 4 horas la jornada
semana, y que nos estaban esclavizando, que trabajar menos de 8 horas al día es
mejor, porque esa cantidad de horas son muchas, y que además llegamos media
hora tarde y salimos media hora más temprano, pedimos permiso a cada rato y
cuando nos piden que entreguemos cuentas de nuestro trabajo le decimos al jefe
que no sea un abusador.
No es fácil hoy en día conseguir
personas que quieran trabajar haciendo cualquier tarea común, como secretaria,
recepcionista, jardinería, pintor, lavar, planchar, cuidar ancianos o niños, la
respuesta más común es “gano más bachaqueando o haciendo cola”.
Las personas quieren trabajar
menos y cobrar mucho, mucha ganancia y poco esfuerzo, es mejor vender cigarros
en una calle que aprender a cultivar tabaco, o peor aún la moda de “vender el
efectivo”, cosa que aún no le veo sentido.
Unas de las causas que esto
suceda es la falta de control por parte del estado para evitar los vendedores
de la calle y que por demás solo constituyen una carga para los municipios ya
que la basura que producen debe ser recogida por estos, no pagan impuesto, son
los mayores evasores de la legislación laboral; los cuales también son
consecuencia de la falta de estabilidad y garantías para que los inversionistas
mantengan sus empresas, porque la mayoría de esos vendedores tuvieron un
trabajo en empresas privadas, que cerraron por algún motivo y tuvieron que buscar
la forma de sobrevivir.
El trabajo de un campesino,
por ejemplo, no se puede regir por una ley o algo, depende de muchos factores,
pero en un país con diferentes tipos de climas, hay muchas horas para trabajar
en el campo, depende del rubro, de la tierra, del clima, de muchos factores,
pero todo afecta el trabajo en el campo, por eso es difícil no tener una ley
que regule el trabajo en el campo, porque no es igual que un trabajo en
oficina, y hoy en día vemos las consecuencias de haber abandonado el campo, por
el hecho de que nuestro sistema alimentario depende de un Puerto y que a algún
país sus campesinos trabajadores produzcan suficiente para nosotros importar
alimentos.
Al trabajo difícil se le
huye, todos queremos trabajar con ciertas comodidades, trabajar pocas horas,
pero cobrar completo, llegar tarde e irnos temprano, y si mi compañero llega
temprano, me encargo de hacer chistes, y entonces el comenzará a llegar tarde
también, eso es crear la cultura de la flojera, cuando un jefe es exigente por el
cumplimiento de horarios y de trabajo le comienzan a colocar sobrenombres
(apodos) muy despectivos, pero si es todo lo contrario se tiende a escuchar
“tengo un jefe chévere”.
¿Alguien sabrá que el
trabajo es un derecho, pero que también es un deber?
En la relación de trabajo,
independientemente de lo que se realice, es importante que todas las partes
realicen su trabajo a tiempo y con eficiencia, para que podamos superar la
crisis económica, pero también las personas deben tener moral y un poco del
honor que tienen los orientales, para que podamos inculcar a los jóvenes buenas
costumbres y una excelente ética laboral, sólo así venceremos la cultura de los
flojos y volveremos a ser un país no solo productor satisfactor de necesidades
propias, sino que volveremos a exportar productos de calidad, y de esa manera
generar ingresos para todos los venezolanos.
A mis amigos de otros países
que leen estas líneas, no permitan que en su país les inculquen la cultura de
la flojera, aquí en Venezuela tienen un espejo.
Imali
Lizeth Poncio
I.P.
Suministros y Servicios
En verdad hay una combinación de muchos factores, pero en estos últimos 18 años, sin entrar en el tema político, se ha distorsionado la visión en cuanto a que el trabajador es explotado y oprimido por un patrono que se queda con una gran parte de la ganancia, lo cual no es del todo cierto. Yo en lo personal comencé a trabajar a los diecisiete años, contribuí con el sostén de mi familia con mis padres y hermanos, luego la mía propia. Hoy tengo 52 años, pague is estudios, los de mis hijas, y no pienso en jubilarme. Trabajar me hace feliz y nunca he pensado en jubilarme. Este País solo saldrá adelante con trabajo y esfuerzo ...
ResponderEliminarCiertamente Nancy, gracias por tu comentario, solo con trabajo y esfuerzo saldremos adelante.
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